Gracias al añejamiento en baricas de roble durante diez años, su color es dorado, muy similar al de coñac, y su sabor a fruta es equilibrado y fino con un intenso tono a madera.
En la producción se utilizan solo los mejores frutos de variedades del ciruelo doméstico, recogidos a mano. Sigue la destilación triple de la levadura madura de ciruelas, bajo la supervisión del representante de la Unión Ortodoxa judía. Luego sigue el proceso de añejamiento de diez años, bajo temperaturas variables y establecidas con precisión, con entrada de aire alterna, y todo esto influye el color, el aroma y el sabor al final. El embotellamiento también es supervisado por rabino.
Idealmente beber a temperatura ambiente.